Vi un árbol doblarse para besar la tierra.
Vi una piedra abrazada por el agua.
Y un arco iris atravesado por un pájaro negro.
Vi los hilos de la lluvia tejerte una red en la cabeza
y las nubes se sentaron en ella.
Las palabras en desconcierto, ya sueltas por el continente, vuelan a la deriva, nadie sabe qué va a venir, por aquí estamos aprendiendo qué decir con ellas.
No todo lo que parece es oro en América. No todo oro es lo que parece.
Ya se sabe, hay muchas palabras para una misma cosa, pero no todas las cosas se pueden nombrar con una palabra sola. El lenguaje se disolvió.
La cosa es que perdí mi árbol. Se quebró al doblarse.
Mi avenida la perdí una vez. Hace muchos años. Se llamaba la Alameda de las Delicias.
La piedra ahogó el agua. Los colores del arco iris tiñeron al pájaro. La red de la lluvia e trastornó, pero no importa, porque tenías y tienes razón.
Mi proposición es: plantemos una alameda de árboles nuevos.
¿Podremos? Me preguntaste.
Si se secan, de nuevo.
Si se secan, de nuevo.
Una y otra vez, te dije.
(Octubre, 2019)