Siempre dormí con tres almohadas. Una para apoyar la cabeza, otra para apoyar la almohada en donde apoyo la cabeza, y la otra quedaba tirada, generalmente, en los pies de la cama.
Hace unos meses, la de los pies, se trepó a mis rodillas. No me incomodaba. Después se metió entre mis piernas. Se sentía bien. Hasta que un día se metió entre mis brazos.
Sigo durmiendo con tres almohadas. Una para apoyar la cabeza, otra para apoyar la de la cabeza, y la otra, para soportar tu ausencia.