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Revista de Poesía y Arte ISSN 2735-7627, Invierno, Año 4. Nº10, julio 2023

Algunas cosmoficciones De Gregorio Angelcos, un griego con antifaz nacional

LA SABIDURÍA DE LA TIERRA RADICA EN QUE SE NUTRE DEL HOMBRE

La tierra se alimenta de huesos, se nutre de cerebros inválidos, es de su naturaleza cobijar a los cuerpos perdidos, los esconde en su silencio inconsciente, los desplaza por sus entrañas, para que los excavadores pierdan la brújula, es que la tierra no transa ni devela sus secretos. Si algún día un hombre estimula algún parto desde su vientre, no alcanzará a percibir el nacimiento de seres invisibles, objetos animados, con lenguajes extraños, fugaces, que aparecerán y desaparecerán entre las múltiples esferas de un mundo infinito.

ALTERACIÓN DEL ORDEN NATURAL

Ayer se suicidó la muerte, se percibía dura pero arrepentida, su peor contradicción no tener origen ni destino conocido. Los hombres lloramos porque nos había llegado la dolorosa hora de la inmortalidad.

VAGAMUNDO

Yo soy mi propio sueño, el que nunca va a despertar de su agonía. Yo soy mi propia vida, la que nunca va a despertar de enajenación, yo soy mi propia luz que ilumina la libertad que he escogido, yo soy el espacio donde habita mi cuerpo, desde aquí se gestaron los demonios que pueblan mi felicidad. Yo soy el que respira neblina para que mis atmósferas tengan un sentido cinematográfico. Por estas razones brindo con un suspiro y unas partículas de luz, para sentir que el hambre y la sed no existen y que mi riqueza está en las formas que he vivido.

SIN RETORNO

Pude ver a Dios cuando lo enterraron en el cementerio de su pueblo, había partido de la realidad hacia un vacío rodeado de enigmas y misterios.
Entonces quiso regresar a sus paisajes de infancia después que comprendió que amaba la vida sencilla de los hombres, más que la complejidad abstracta de una divinidad.

UN AMOR FURTIVO

Una clarividente me dijo una vez que: «los sueños no son eternos, se mueren al despertar». He dormido casi un siglo tratando de conservar el más preciado de mis sueños, pero ayer esa mujer enigmática se sentó de madrugada sobre los pies de cama, y su peso, a pesar de su gravidez, hundió el colchón e intempestivamente abrí mis ojos para verla por última vez, pero ya se había marchado. El silencio fue testigo de su partida a otra dimensión, lejana y ajena, adonde la vida no pueda llegar.

CUANDO LOS SUEÑOS SE CONVIERTEN EN REALIDAD

El barrio donde nació fue mutando casi invisible, mientras su racionalidad iba creciendo, ya no lo asombraban los gorriones e insectos de la plaza de su infancia, los parques se habían convertido en jardines.
La aventura de caminar hasta el almacén de la esquina se había transformado en una rutina tediosa y envolvente, los espacios de la niñez, aquellos que estimulaban su imaginación y su sensibilidad, habían desaparecido de sus sueños, la realidad de su madurez lo sumía en un silencio comprensible, donde la creación de su fantasía había dejado de tener cabida.

EUTANASIA

Él estaba cansado, deprimido, nostálgico, despierto, pero en estado vegetal, castrado de sueños, aburrido de amanecer con la televisión encendida, su única esperanza era no despertar jamás.

CAMBIO DE ÉPOCA

Comienzo a vivir en el vacío porque soy hijo del caos, sin embargo, experimento una vital sensación de libertad. Mi sensibilidad quedó perpleja ante el derrumbe de las certezas que le daban un cierto sentido a mi vida. No niego que he heredado la tristeza como un signo vital de mi existencia, pero he descubierto que mis sentimientos se castraron. Ahora el destino es incierto, pero el pesimismo de mi voluntad será el concepto que guie mis días venideros.

NUESTRO CICLO EN LA TIERRA

Somos arrojados a la vida, descendemos de un vientre, frotados por un mucosidad similar a la saliva, con el cuerpo salpicado de sangre, atados por una cadena que nos alimentó durante un claustro de nueve meses, en esa catedral sin imágenes simbólicas, ni prédicas religiosas, y caemos al infinito, desnudos, inconscientes, dormidos, entramos a otra atmósfera, desconocida, entonces lloramos, es un grito desgarrador, la primera protesta ante una decisión arbitraria, la obligación natural de nacer, y comenzamos a vivir, segundo a segundo, minuto a minuto, hora tras hora, y el tiempo avanza, con o sin sentido, y nuestras formas van cambiando, el cuerpo va cambiando, la conciencia se va alejando de su propio origen, y ya no es nuestra conciencia, es la conciencia que se plasma en nuestra conciencia, es una conciencia ajena a la conciencia interior, y nos vamos empapando de un conocimiento desconocido, hasta que un día se nos viene encima la noche, nos invade, nos sitúa alejados de la luz, distantes del paraíso, pero vivimos, bebemos, dejamos de soñar, el mundo se transforma en el cementerio de los sueños, de nuestros sueños, aunque continuamos despiertos, y miramos la realidad a través del humo del último cigarrillo que quemamos antes de que se incendien nuestras vidas.

ENCUENTRO DE FAMILIA

Indago en los espacios donde habita mi cuerpo y me detengo en los sillones verdes que comparto con mi padre, cuando el silencio sale a respirar a la avenida principal. Sale de su ánfora y se sienta con su mirada hierática en uno de ellos. Recordamos nuestra historia, las caminatas al colegio, los libros que compartimos, la iglesia de la esquina, siempre enigmática, misteriosa, cobijando muertos y bendiciendo niños. El pan de anís y los calugones clandestinos, antes de la taza de leche que odiaba. Todo se interrumpe cuando llega mi madre a visitarlo, me besa con sus labios congelados por la muerte, entonces comprendo que su relación es infinita y salgo del departamento a beber con mi soledad, uno de estos días nos juntaremos los cuatro para viajar al cielo, donde se reunirá la familia para mirar como la vida continúa desde la eternidad.