Ya no quedan palabras
balbuceos erizan la piel
roen ratas esta voz
el nido del pájaro arde
y le mentimos a la memoria
mientras pasa por la resonancia azulina
de una tarde que muere.
Su cuerpo fracturado emergió del mar
de su cuello colgaban alambres,
brazo izquierdo, desgarrado por un corvo,
la columna quebrada
estallido del hígado y del bazo
luxación de ambos hombros y cadera
fractura doble en el antebrazo derecho
faltaba una parte de la lengua
una parte faltaba
y aún la buscamos.
El murmullo enmudece la posibilidad
¿Y si te damos una canción
un himno para resucitarte de las aguas, Marta?
Y si te restituimos ese atardecer negado a tus ojos y a los ojos de tantos
Y si lloramos 70 veces 7 océanos
para embarcarte a casa.
Ya no quedan palabras,
rocas roen esta boca y enmudecen su lengua
nuestros cuerpos hinchados de ir
a la muerte, al odio, al borde del mar.
Al fondo un bramido,
amarga lengua balbucea la otra mitad
que no alumbró jamás.
Garganta en porfía regurgitó la última sílaba
que repta en el laberinto al fondo de sí
se embriaga con la ausencia
Marta lanzada al mar.