“Hoy he sido operado de la oreja y del teléfono”
Juan Emar. Un año
No he podido dormir un solo párrafo esta noche.
Al mediodía de este estar
no he podido ser muy joven
para adulterar tu estado,
fotográfico sueño.
Ya he pasado esa edad del dolor
y mis hojas han caído
al precipicio del tedio.
Los brazos duelen colgados a su humanidad.
La noche es larga, y el aburrimiento transparente.
Me salvas en una imagen onírica que espío,
ese perfil que lloro.
Me sueñas, y yo de este lado
no puedo conectar
porque soy un teléfono ocupado
-de esos de disco que quizás conoces de museo-,
soñando que lo que hago es lo importante:
no dormir, y el techo me aplasta…
no dormir y tu espejismo me asfixia.
Calla y desbarátame en tu sueño
para comprobar si me duele,
no sentir es el suicidio de la carne.
Me queda grande el cuerpo, me hunde,
me ahoga, me vuela.
Aletargado, alerta y en suspenso,
te descompones en fotos y pesos, debajo,
sirviente balanza que mide esta muerte.
Mi avatar me ha dicho en un ataque de epilepsia
que pronto moriré.
Entonces vuelvo a abrazarte copy-paste;
esa v de tu pelo suelto
que trenza orgasmos maquínicos;
esa v de tu pelo suelto
que trenza las redes divergentes.
Compárteme un bluetooth telepático
para salpicar tu imagen
con los charcos de mis botas
y la muerte de no tocarte.
Cuerpos sufrientes de silencio,
enlazados huyendo por oídos eléctricos
a las palabras que no puedes…muere acá,
en este secreto que te quiero contar anclado a mi wi-fi.