Crepúsculos sonámbulos
pesan sobre párpados traslúcidos,
maquillados de vida,
precipitados a noches sin destellos,
sin nebulosas que mirar.
El idílico resplandor de la aurora
muere en el anonimato,
en efímera lucidez,
carcomida por realidades subyacentes,
El intransigente meridión
asesino de sombras,
alimenta cuerpos lánguidos.
En decadencia fenecen las tardes,
empujadas a abismos perpetuos
deshilachadas en colores
que se comerá la oscuridad.
Días pandémicos,
sumergidos en soledad,
enjaulados tras cortinas
se suceden sin calendario,
violáceos y mudos.