¡Árbol sagrado! sublime gratitud,
creciente espacio de altitud
revelas tu majestuoso color,
verde, como la brillante esmeralda
verdemar la pradera de tus faldas
eres jade convertida en una flor.
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Tu piel impermeable verde fusco
mojado de rocío, silencioso verduzco
donde escucho tu tranquilo donaire
cuando el picaflor canta en tu posada
y la pasión inmadura te hace su morada
rozando sus labios, como tú y el invisible aire.
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¡Árbol sagrado!…
verdoso conjuro de savia y de muerte
eres poesía viva entre tanto yermo inerte
glauco la fertilidad de tu ardoroso vientre
tan poderoso como Goliat y Sansón
tan sólido como un aceitunado caparazón.
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Verde… así eres, como los ojos de mi madre.