Otras preguntas a la hora del té

A ver, díganos de una vez x todas, y sin cantinfleos,

¿era imprescindible matar a dios, para ver si se arregla el mundo?

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Responde, viejo cufufo, no se haga el cucho,

¿el Niño Dios llegó o no a la edad del pavo?

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¿La Violeta levantó su carpa celestial en las periferias del reino desolado? 

¿Le enseñó a zapatear a los ángeles con tapitas de pilsen entre los dedos de los pies embarrados?

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 Y de Rokha, la bestia incomprendida, el bufón grotesco,

 ¿sigue mostrando Allá Arriba su furioso culo literario al canon occidental de Bloom?

 ¿O ya se rindió ante el fracaso total del mundo, oh pueblos?

  (mi mujer no tiene olor a tumba).

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 ¿Qué viene ahora, 

más quebrantahuesos póstumos, más chistes para desorientar a la poesía? 

¿Y para qué? 

La poesía no es, la poesía no pudo, la poesía is dead. 

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Ahora viene pesada la mano de la muerte.

Era que no.

Las noches son más largas y el ojo habrá de acostumbrarse, 

como los ciegos y los topos, a la oscuridad.

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En fin, nadie habita poéticamente ni allá ni acá.

Es un hermoso sofisma de Hölderling de la venerable desesperación.

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Fe indiscutible en la vida o en la muerte. Nadie lo sabe.

Sólo lloramos la partida del bufón de Las Cruces

y su cráneo, como el de Yorick, es el souvenir de los que ya partieron.