La muerte viene o va, calla o dice algo que nadie entiende.
Pero sopla su aliento creativo y todo se reduce a sombras, a silencio intangible,
a oscuridad sonora de indescifrable abismo profundo.
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La muerte, a veces, viene también a domicilio, a tocar la puerta y sentarse a la mesa
y brindar por la desesperación del dueño de casa.