Ayer, después de mucho tiempo, me volví a encontrar con la Poesía…
Yo caminaba por el cementerio, despidiendo a un amigo, cuando siento que alguien grita mi nombre…
- ¡Buena, compadre! – Le digo. – Tanto tiempo sin verte… ¿Qué haces por acá?
- No mucho… Paso tanto tiempo acá, que a veces pienso que este es mi hogar… ¿Y tú cómo has estado? – Me pregunta con una sonrisa a la que le falta un diente…
- No me puedo quejar… He estado ganando dinero… Cómo nunca, en realidad…
Vi en sus ojos ese brillo colosal, capaz de despertarte a la vida y dejarte insomne para siempre…
- Me alegro por ti… – Y me toma el hombro con su ternura infinita reflejada en su tembloroso y delgadísimo brazo – Me alegro por ti…
Me acomodé la corbata y me despedí incómodamente…
Me acordé que le debía plata… y… y en ese momento no tenía efectivo…
Solo tarjeta…