Me pediste que me arroje al vacío
que me arrastre por el suelo como si fuera langosta
Me pediste que coma la tierra
que sienta el sabor del tiempo
Me pediste que llore hasta acabar el agua de mi cuerpo y el de todos los ríos
que camine aturdida entre las sombras que acarician la distancia
que beba el silencio en las gotas de rocío
Me pediste que desnude la hora donde el cielo se tiñe de rojo
que corra tan lejos como pueda
que escape de tu mirada
para que ya no me puedas pedir nada
para que el recuerdo explote en el instante que me arrojo a la otra orilla del mundo.