Alguien probó mi vino.
Puedo sentir su aliento
en mi vasija,
no vi su huella,
no descubrí ninguna marca obscena
solo un dolor agudo en el silencio
y una grieta infeliz en su mirada.
Alguien vino a alterar
esa nomenclatura.
Quizás fue solo un sorbo
pero no sabe igual,
ya no me sabe igual
y en la vasija algo cambió,
algo dejó de ser mío,
aunque aún lo poseo.
El vino sigue ahí,
la vasija está ahí
pero no sabe igual.
Ya nada sabe igual.