Amanecí
madrugando sueños
limpiando escombros,
amanecí con mi cuerpo
detenido en tus ojos
en esas gotas de rocío
que estremecen ramas secas
de brazos
de cuerpo
que se arrastran en el olvido
como rosas de Jericó en el desierto.
Amanecí en tus labios
vírgenes de los míos.