Naranja y lapislázuli los ojos
que te miran. No importa
sino ese brillo extraño que invade las calles.
La mujer de su casa se asoma a la ventana,
maldice el quehacer de los gorriones,
recibe a cambio arpegios de una égloga,
ahora que están mudos
esos lirios marchitos en el tálamo.
NOS SECUESTRAN,
nos dejan en un hoyo con las manos
atadas, un revólver apuntándonos
a la sien, el machete casi a punto
del corte decisivo. Nos secuestran,
nos ponen de puntillas, boca abajo,
en pie, fusilamiento pelotón
nos amagan, nos desdoblan, nos revuelven
la lengua, nos deslenguan las palabras.
Nosotros le cantamos al abandono,
le cantamos al mal para espantarlo
aunque vaya la vida en ello, aunque
la vida nos la quite el sicario de turno
o esa desolación de vernos solos
cuando el depredador llega
en el crudo silencio de una nota.
El precio del rescate solo tú
puedes pagarlo, «hypocrite lecteur».
De Las horas muertas, Diputación de Huelva, 2018.