Esta pérdida de juicio.
Estas horas de ocio y rebeldía.
Esta inversión de tiempo
hurgando en la búsqueda de aquellas
esquivas palabras que nos posibiliten ir levantando
milímetro a milímetro,
asombro sobre asombro,
el edificio y morada donde se tenga a buen resguardo
todo éste sin sentido de emociones
a juicio de los mercaderes.

No tiene todo esto más fin último,
afán y sentido,
que avivar a algún levantamiento imaginario de las multitudes,
o servir de manifiesto,
contra todas las miserias e injusticias
a las que el capitalismo nos condena.

No sirve para otros fines todo esto,
sino que para sostenernos firmemente de la mano unidos,
pese a la masificación de todo tipo de amputaciones
y la castración de libertades
a las que el sistema de masificación de soledades
nos arrastra.

Pues,
en la sociedad del espectáculo y encierro.
En la universalización del panóptico con sus cárceles y represiones.
En el triunfo del valor monetario por sobre el valor de la ruptura de cadenas;
no nos hemos dado cuenta cómo ha pasado el tiempo
y hemos envejecido e
igualmente envilecido.

Hemos olvidado
los grandes cantos insurreccionales
y hasta se nos ha visto por las cámaras de vigilancia,
aplaudiendo y gritando a viva voz los goles
que hasta en un millón de cuotas
el imperio de la falsedad y la mentira nos ofrece.

No cesa,
ni descansa,
ni decrece el avance de la noche sobre el mundo.

Y las galaxias perdidas estallan
sin que nos percatemos de lo efímero de todo.

Contrario a Hölderlin y a Diógenes.
No pretende esta escritura denunciar el horror
de los días venideros,
ni mucho menos sacar a dios de su letargo,
ni levantar religión ni secta alguna,
ni iluminar
a nadie en su camino.

Tampoco aspira a aplauso o aprobación alguna
de parte de los honorables receptores.

Más que mover al sol a su salida,
ésta escritura, más bien eclipsa,
y en tal momento del fenómeno asombroso
desciende la temperatura
y provoca escalofríos.

Eriza la piel,
desborda de preguntas
y al no tener respuestas
da dolor de cabeza y produce tercianas.

No da, ni pretende inclusive animar a algún suicida a
desistir de su deseo y voluntad.

Ni para dárselas de vaticinador ni médium.
En síntesis no sirve para nada…

Dirán que esto es saber inútil.
Arte de la peor calaña.
Fuego descontrolado sin conmiseración alguna.
Basura que solamente sirve para
hacer más denso y hondo el oscurantismo
en el que día a día desconfiados hasta de nuestros sueños
nos miramos y al segundo siguiente
nos desencontramos…