Este túnel a través del cual viajamos

“La poesía en cualquier forma visible u oída consiste en palabras cargadas de energía y sentido hasta el máximo posible.”    

                                           Armando Uribe Arce

¿A qué velocidad vamos viajando en el universo? ¿A qué velocidad estamos viajando en nuestro tren subterráneo? ¿A qué velocidad viajamos en nuestros cuartos? ¿Es la misma para todos de acuerdo a nuestra percepción o es completamente diferente de acuerdo a la teoría de la relatividad? Da lo mismo, encerrados como estamos parecemos viajar a través del túnel de un agujero negro a una velocidad del latido del corazón. Pareciera, además, que el tiempo se ralentizó y el espacio, se comprimió. Por lo menos el espacio virtual donde nos hemos encontrado unos con otros mediatizados por una máquina: la mátrix para algunos que controla y manipula; una ventana para otros en la oscuridad y encierro dentro del túnel. Como sea, en este raro ambiente producto de la pandemia viral planetaria, la poesía, como fuego de artificio, ha eclosionado en todo el mundo y se han multiplicado lecturas colectivas o individuales, publicaciones digitales, mesas de discusión y varias antologías en torno a la temática pandémica. No nos aventuraremos a dar una explicación a vuelo de pájaro sobre las razones de esta explosión poética, si no, solamente, constatar que, en épocas de tormentas, la poesía luce su brillo insondable en un trozo de cielo, iluminando las tinieblas.

En este túnel, entonces, Blake nos dice:

“Ver un Mundo en un Grano de Arena
y un Cielo en una Flor Silvestre;
tener el Infinito en la palma de tu mano
y la Eternidad en una hora.”

Es la invitación del poeta a contemplar y contemplarnos en el cuarto donde viajamos hacia el confín de nosotros mismos.