RAZÓN DE PROTECCIÓN
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RAZÓN DE PROTECCIÓN

Es porque amas al mundo—y odiás a los hombres

y amás, a veces, a las mujeres; —

porque las estrellas se hunden en los charcos de melanina,

porque los cuerpos bracean en los ríos de colágeno,

porque, entre documentos, hojas de plátano, lluvia, cafetos, recados del Cauca, quetengásbuenviaje, el Tolima, el Urabá antioqueño, las negras, el Caribe, el Pacífico y las niñas de tus ojos;

porque, en lágrimas anegado tan temprano en la mañana…;

porque llegó el bus, porque el calor de la estación, de la eterna estación del triste trópico, porque me asaltaron las dudas de los treintaiochos y las nueve eme eme;

porque llueve, porque diosquisoqueasífueraayHeliconia, porque uno tira una semilla al suelo y crece un cámbulo, parcero;

porque, paisita o antioqueño, caleño, sucreño, vallecaucano, caucano, risaraldense, caldense, bo li varense… todos tributamos al dios Cauca (tributario a su vez del Gran Magdalena);

porque todos cantamos bajo el mismo sol, todos suturamos heridas del corazón, a todos nos cayó una bala en gracia…

Es porque amamos a los hombres, al mundo también y gozamos de las mujeres de colágeno y reímos con los perros que se refriegan los hocicos en sangre castaña; porque el Caribe, la mujer barranquillera, etc. todo nos cala hasta los huesos, como tibia lluvia de trópico;

porque el verde es Antioquia, porque el blanco es Antioquia, porque en las veredas uno no termina de preguntarse el porqué de las flautas…

Es porque las amamos, a ellas, a dos manos, a tres pies, a torso desnudo y con los tobillos atados.

(Es porque no dejará de ser domingo después de misa en los recuerdos de los lunes.)

Es por eso que lo hacés: más acá de las condiciones de la refriega. Más allá de la plata y el plomo. Lejos de la vaina esa marica de que es ley entre los perros que el sapo debe morir.

Más acá de que no hay cementerio como la patriadejada, y que esa patriadejada sea, en efecto, una inmensa cuenca hemohídrica. Que el Magdalena, el Cauca, el Putumayo y sus afluentes tributarios descarguen cuerpos mochados, rostros sin narices, manos sin dedos, tetas sin pezones, zapatos para qué pies, botes cargados de base y perico, sueños de cabelleras bien berracas y acciones de gracias, cargamentos salvajes de nueve eme eme, akás, treintaiochos y emedieciseises prodigados por los corruptos servicios del estado…

Quién sabe por qué, para quién sabe qué… no hay cómo ni cuándo…

Plata. Tierra… Pero no de esos de que hablan libros de cuentas y mapas.

Si habrá un lugar, pues se mueve con las masas de campesinas desplazadas. Con el número de forzosos reclutados entre los que se cuenta mi hermano.

Los quiénes en tantos pedazos, que ya nadie puede identificarlos.

Y pasan tantas cosas de un lado a otro de un saldo en otro de víctimas que, en verdad, doctora, no hay forma de elegirnos.

Como un gran sistema circulatorio de conflictoarmadointerno.

Así pasan las razones, hemohidratadas,

por mi cabeza de sábado…

Y es por eso que lo hago: niños de melanina…

Por todo eso, por el fácil decir sioqué de su tierra elegida…

Por todo eso lo hago. Me mantengo aquí. Entre ríos solicitando, documentos rogando.

Ya eligiendo. Ya protegiendo…

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