RAFAEL RUBIO
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RAFAEL RUBIO

“La miseria es el pan de cada día y hay tantos muertos en la tierra…”

Rafael Rubio – Santiago de Chile 1975 – Viene de una familia ligada a la tradición literaria, pues tanto su abuelo Alberto cómo su padre Armando fueron poetas. En 2008 fue distinguido con el premio Pablo Neruda. La poesía de Rafael Rubio, considerada como parte de la generación de los noventas o «Los Naúfragos», se caracteriza por rescatar el uso de formatos rítmicos y métricos tradicionales , así como por su trato sublime hacia la muerte.

CHILE (Octubre, 2019)

Has de saber que la miseria, Títiro
es don del cielo. (Hubiste de obtenerla
a punta de plegarias). Deberías
dar las gracias, por último, o guardar
un silencio religioso:
la tierra es pobre por naturaleza.
(Mas, cedes a la lengua como a un látigo
para fustigamiento de los pródigos
y poderosos miembros de la corte
que a juicio tuyo hubieron de engañarnos)

No arderán los graneros del imperio
ni las abejas abrirán, gozosas
la colmena, tan pródiga en zumbidos
mas no de miel, como bien bramas, Títiro
en uno de tus últimos panfletos.
En la casa del padre, el fariseo
se solaza en el arte del espíritu
y del descaro, pero de su parte
estará la palabra y el cuerpo.

Ya no quedan almas como la tuya
y la tierra se ha llenado de sombras.

La miseria es el pan de cada día
y hay tantos muertos en la tierra, Títiro
que haría faltan tres o cuatro dioses
para resucitarlos a todos.

Mas, déjame decirte que tu queja
será escuchada -a rastras- por los sordos
y por los pocos blasfemos que aún
no han sido pasto de las llamas negras:

al mercado del alma, los hambrientos
no entrarán ni con santos en la corte
ni con el doble filo de la lengua
en alto, habrán de entrar en parte alguna:

al hombre que nació para martillo
le caerán los clavos desde el cielo.

Asi es la noche del trabajo humano
Así es el día de las pobres bestias.

Sin embargo, pastor, sigues quejándote
en una lengua muerta, con ofensas
agudas, que podrían ser letales

si no estuvieran hechas de tu espíritu.

Mas, tus estrofas sáficas, escritas
en horas de penumbra, son leídas
cual meros documentos de una época
difícil, pero digna de memoria.

En fin, en estos tiempos el espíritu
es una enfermedad del cuerpo, Títiro,
y no un relincho de la luz ni el aire:

¡en tiempos de escasez sobran los muertos!

Y escúchame, que en años de codicia
no es bueno desear tanto la luz, porque ese vicio
puede llegar a oscurecer tus días.

La miseria es el sol de cada noche

Que así -como dijeron los profetas-:
hay tantos muertos en la tierra, Títiro
que habría que enterrarlos en el cielo.

 

 

PANFLETO

Prometo no escribir un verso más
mientras no decapiten al tirano.
Juro sobre la tumba de mi padre
no volver a escribir, mientras la muerte
no lo arrastre a la vida, de aquí al cielo
o al infierno. Prometo no escribir
un puto verso más, mientras gobierne
la muerte en el país de los demonios.
Lo prometo. No volveré a escribir
mientras no descabecen al tirano
y su cabeza misericordiosa
bese los pies de los chacales muertos
Asi que vayan afilando el hacha
y ahí me avisan, carniceros, yo
no doy un verso más por esta patria
que me parió a la mala, hijos del diablo,
Hagan arder, carajos, los estantes
con todos los poemas de la tierra
y déjennos la vida
que ya sabremos qué hacer con la muerte.
Lo prometo. No volveré a escribir
hasta que vuelva a hacerlo y a desgana.
No volveré a escribir un puto verso
mientras no me devuelvan la palabra.