RIBERA NORTE
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RIBERA NORTE

RIBERA NORTE

Samuel Leal

Año: 2019

Editorial: Marciano Ediciones

Páginas: 100

“Espejo / Lago vertical / Ninguna brisa / ondea esta superficie / Solo la vanidad / y el horror a la vejez”. La perfección de este brevísimo poema oculta una pluralidad de significados que conmueve. Samuel Leal es un poeta que ha sido capaz de mantener por largos años oculto su oficio creativo. En silencio y distancia ha ido configurando un mundo muy personal, pero que te involucra a ti, oh caro lector, develándote también en la necesidad de emprender un viaje en conjunto como es toda lectura, una comunión como dijera Octavio Paz. Queridísimo lector, toda obra en definitiva eres tú y Leal te invita a sumergirte en lo que por años ha ido puliendo y dando forma para que, en tu intimidad puedas recogerte, por ejemplo, bajo este “Árbol / Una mano abierta / al sol, besa / con un pie la tierra”.

Hablo directo al lector porque hoy más que nunca me parece necesario poner en el lugar que le corresponde a quien por años hemos vilipendiado como ese No Lector o lector emborronado o yo solo escribo para mí. Sin lector el libro está incompleto o sencillamente deja de existir. De Leal yo soy su primer lector y tú, todos lectores. Y esperaremos «a que hable el hueso./ A que se rompa,/ señalando caminos y estrellas”.

No desborda las emociones, Leal las maneja bien. Poesía contenida. Poesía de respiración meditada. Poesía que dialoga con un pasado remotísimo del autor: la China milenaria. Sino, observa este poema: «De un portazo, inaugura / dos mundos / en un segundo» y dime cuánto sugieren. Solo ocho palabras para sugerirte toda una historia que puede transcurrir en tu teatro íntimo. Son puertas que se abren y se cierran contando historias sin contarlas: Tao. “Entre abrir y cerrar, / la muerte, / falla una vez más”. Y el erotismo que aflora a través de los objetos: «La llave penetra / la puerta se estremece».

Poesía de sugerencias la de Leal. Pero poesía que conmueve hasta el dolor: «Síndrome de China / Sus ojos vueltos / hacia el centro / de la tierra. / Sus ronquidos. / Sentencias del Tao Te King / a la brisa nocturna. / Su mirada / cavando un túnel, / hacia el otro extremo / del planeta». Compartimos el dolor con ese ser desterrado que anhela su lugar de origen. “Fai Chi /Tomo con dos dedos gigantes / el arroz y el pescado. / Unto en el sabroso mar / que se agita al fondo / de un pocillo de porcelana. / Lo dulce, lo amargo. / Estas, las distantes manos / del abuelo / dándome de comer en la boca”. Configuración de un mundo que fue. El abuelo desarraigado en estas tierras chilenas.

Dominando su oficio, el poeta Samuel Leal nos involucra en el mundo de la construcción donde reinan obreros y albañiles, maestros de distintas índoles y capataces, manipulando una diversidad de implementos y herramientas. Son estos objetos los que configura hábilmente el poeta y la materia con que se elevan los edificios: arena, grava, ripio, hormigón, serrucho, pala, martillo…pero también los pedazos de vida que van quedando atrapados en las estructuras: cuando la jornada ha terminado queda la ropa colgando, los fantasmas de los trabajadores.

Finalmente nos ofrece esta obra poemas como “Cuando el día nos despierta/ aparecen hombres colgados/ y con serpientes en la rodillas rotas/ y el agua sucia corre/ y una risa gigante viene lenta,/ desde un poco más al sur”. Son los puentes del Mapocho que reclaman una identidad perdida entre las memorias de los que fueron: Ahí uno de los puentes grita. Por los puentes del Mapocho hacia la Chimba bulle una ciudad que emerge desde los sueños desarticulados bajo los carros de feria. Cruce entre dos mundos que aún hasta hoy se puede percibir.

Leal nos ofrece, en conclusión, un libro compacto, sutil, con un manejo de su oficio sorprendente. Felicitaciones, poeta y bienvenido a La Nave de los Locos.

Eugenio Dávalos Pomareda Invierno 2019