Muchos conocieron tu santidad en la hundidas calles…
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Muchos conocieron tu santidad en la hundidas calles…

Muchos conocieron tu santidad en la hundidas calles;

la Biblia, la Biblia abierta:

te flanqueaban frágiles paredes de madera.

A merced de la vacuidad, ya no debemos contar los años;

en los cerros se deslizan pequeñas serpientes amarillas,

en los reductos la incertidumbre resquebraja las monedas.

Padre André Jarlan, por ti,

mientras un tiempo iridiscente golpea los Cristos y las cruces,

se sostiene y todavía sangra nuestra Iglesia, nuestra religión.

                                                 *

Rostros

de ojos

duros descubiertos por el brillo de la muerte.

Padre, tú ya perdonaste.

                                                                           (Inédito)

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