19 Nov LÁMINA DE MARZO
I
Hay una desconocida fuerza en mí que insiste,
a pesar de los inseguros días
y del abismo vislumbrado en las manchas de humedad.
Mis palabras no leídas a veces provienen
de lugares remotos donde las conversaciones
se tornaban dolorosas.
Hace tanto que abandoné los adobes
y los patios cubiertos de aserrín…
II
He buscado mi voz en el fondo de las grietas,
he buscado mi voz en los fragmentos del ahora,
he buscado mi voz en el claroscuro de la muerte,
he buscado mi voz cerca de la cruz.
Pero el espacio que me aleja de las ambiciones razonables
(“Ser un hombre útil siempre me pareció algo bastante odioso”)
se halla atiborrado de muecas y esqueletos,
de profanadores y despojos.
Entonces -y portando sufridos materiales-
vuelvo a la Pasión: se escuchan fuertes golpes,
el Hombre ensangrentado nos redime.
III
Trozos herrumbrosos de carrocerías…
Las conversaciones,
la aspereza de aquellos años
cuando mi disonancia comenzaba.
La paz en las raíces,
el bienestar al pie de los cerros interiores…
¿Qué me dice el hombre aciago?
¿Esas multitudes qué me dicen?
Ya conocí o imaginé aquellos contornos,
aquellos discursos o mentiras.
Escribo ahora, a pesar de la visión que dicta
un ser de pupilas verticales.
Escribo también mi rostro, envejecido.
(Inédito)
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