LADRIDOS DE VIAJE
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LADRIDOS DE VIAJE

Soy jeroglífico de mis brazos.

Corto el pan con mis huesos.

Los perros del amo,

lamen la tarde con sus ladridos.

Otra parte dividida.

Cerca, en el parque,

los pájaros que acechan,

rentan a los púberes

hijos que nadie quiere.

Van a la espesura,

penetran callejuelas,

rincones grises,

diligentes braguetas

de inadaptados pupilos.

Viejos deseosos,

sentados en un banco

relamen

ese corto tiempo

que es el adiós

de los muchachos

trasnochados

por el hilo inútil

de los sueños.

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